Mostrando entradas con la etiqueta MEDITACIONES. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta MEDITACIONES. Mostrar todas las entradas

miércoles, 4 de octubre de 2017

PAPA FRANCISCO: LOS CRISTIANOS SON PORTADORES DE UN PEDAZO DE CIELO


Papa Francisco: Los cristianos son portadores de un “pedazo de cielo”
Por Miguel Pérez Pichel
 Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa


VATICANO, 04 Oct. 17 / 03:30 am (ACI).- En la Audiencia General que presidió este miércoles 4 de octubre en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco afirmó que la resurrección de Cristo dio a los cristianos una capacidad ilimitada de amar, “como si llevaran un ‘pedazo de cielo’ sobre la cabeza".

Subrayó que “la fuerza de la resurrección hace a los cristianos capaces de amar incluso cuando el amor parece haber perdido sus razones. Existe un ‘incluso más’ que habita la existencia cristiana, y que no se explica simplemente con la fuerza de ánimo o con un mayor optimismo. La fe, la esperanza nuestra no es solo un optimismo, es algo más”.

En su catequesis, que versó sobre el tema “Misioneros de la esperanza hoy”, el Papa resaltó que “el cristiano no es un profeta de desgracias. La esencia de su anuncio es lo contrario: es Jesús muerto por amor y que Dios ha resucitado en la mañana de Pascua. Este es el núcleo de la fe cristiana”.

“Si el Evangelio se hubiera acabado con el entierro de Jesús –continuó en su explicación– sería la historia de un profeta que se uniría a tantas biografías de personajes heroicos que han ofrecido su vida por un ideal. El Evangelio sería entonces un libro edificante y consolador, pero no tendría un anuncio de esperanza”.

Sin embargo, “el Evangelio no se cierra con el viernes santo, va más allá, y es precisamente ese fragmento posterior el que transforma nuestras vidas”.

El Santo Padre señaló cómo los discípulos de Jesús estaban abatidos aquel sábado santo después de su crucifixión, "aquella piedra rodada sobre la puerta del sepulcro había cerrado, también, los tres años de entusiasmo vividos junto a su Maestro de Nazareth. Parecía que todo se había terminado, y algunos, decepcionados y asustados, estaban ya abandonando Jerusalén”.

“¡Pero Jesús resucita!”, exclamó. “Este acontecimiento inesperado remueve y provoca un vuelo en la mente y en el corazón de los discípulos. Porque Jesús no resucita solo por sí mismo, como si su resurrección fuera una prerrogativa de la cual estar celoso: si asciende al Padre es porque quiere que en su resurrección participe cada ser humano y trascienda a toda criatura”.

En su catequesis, Francisco invitó a anunciar la resurrección de Jesús no sólo con palabras, sino también con hechos y con el testimonio de vida. “Jesús no quiere discípulos que solo sean capaces de repetir fórmulas de memoria. Quiere testimonios, personas que propaguen esperanza con su modo de acoger, de sonreír, de amar. Sobre todo, de amar”.

De este modo, “la misión de los cristianos en este mundo es abrir espacios de salvación, como células capaces de regenerarse y que restituyen la linfa que parecía que se había perdido para siempre”.

“Cuando el cielo se presenta todo nublado, es una bendición que se hable del sol. Del mismo modo, el verdadero cristiano no se lamenta o se enfada, sino que está convencido, por la fuerza de la resurrección, de que ningún mal es infinito, ninguna noche es sin fin, ningún hombre está definitivamente equivocado, ningún odio es invencible ante el amor”.

Francisco reconoció que, efectivamente, “en algunas ocasiones los discípulos pagarán caro esa esperanza entregada a ellos por Jesús. Pensemos en tantos cristianos que no han abandonado a su pueblo cuando han llegado las persecuciones. Pensemos en nuestros hermanos de Oriente Medio que dan testimonio de esperanza, que ofrecen la vida por ese testimonio. Estos son verdaderos cristianos, llevan el cielo en sus corazones. Miran siempre a los demás”.

“Quien ha tenido la gracia de abrazar la resurrección de Jesús puede incluso esperar lo inesperado. Los mártires de todo tiempo, con su fidelidad a Cristo, cuentan que la injusticia no tiene la última palabra en la vida”, finalizó.

miércoles, 4 de enero de 2017

4 CLAVES PARA LEER EL NUEVO DOCUMENTO DEL VATICANO SOBRE FORMACIÓN DE SACERDOTES


4 claves para leer el nuevo documento del Vaticano sobre formación de sacerdotes
Por Álvaro de Juana y David Ramos
Mons. Jorge Carlos Patrón Wong junto a seminaristas venezolanos. Foto: Twitter / @arzobispojorge.



REDACCIÓN CENTRAL, 03 Ene. 17 / 03:31 pm (ACI).- En el documento titulado “El Don de la vocación presbiteral. Ratio Fundamentalis Institutionis Sacerdotalis”, la Congregación para el Clero de la Santa Sede determinó una serie de normativas sobre la formación de sacerdotes católicos. El Secretario para los Seminarios de esta Congregación, Mons. Jorge Carlos Patrón Wong, compartió con ACI Prensa 4 claves para entender este importante documento.

El documento del Vaticano, publicado el 8 de diciembre de 2016, reemplaza al publicado en 1985.


Entre otros artículos claves, El Don de la vocación presbiteral “en coherencia con el Magisterio” determinó que “la Iglesia, respetando profundamente a las personas en cuestión, no puede admitir al Seminario y a las Órdenes Sagradas a quienes practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o sostienen la así llamada cultura gay”.

Estas personas, indicó la normativa del Vaticano, “se encuentran, efectivamente, en una situación que obstaculiza gravemente una correcta relación con hombres y mujeres. De ningún modo pueden ignorarse las consecuencias negativas que se pueden derivar de la Ordenación de personas con tendencias homosexuales profundamente arraigadas”.


A continuación, las 4 claves de Mons. Jorge Carlos Patrón Wong para comprender “El Don de la vocación presbiteral”:


1. Las diferencias con el texto de 1985 y acentos del nuevo documento

Mons. Patrón Wong explica que “la Iglesia es una institución antiquísima”, por lo que “en la formación de sus ministros existe la continuidad y la novedad”.

“Los documentos que rigen la formación ponen algunos acentos, intentando responder a la realidad actual y tratando de incorporar algunas experiencias positivas de la formación y las conclusiones de las ciencias humanas”, señala.

Para el Prelado, “una primera diferencia es que se subraya aún más la formación integral. Se trata de formar a todo el hombre, de modo que los seminaristas puedan conseguir una maduración equilibrada en diversos aspectos de su vida y de su futuro ministerio, partiendo siempre de la formación de la persona, es decir, del corazón, de lo profundo, de la interioridad”.

Además, indica, esta normativa “pone un acento particular sobre el discernimiento vocacional, recomendando que se haga continuamente durante el proceso formativo, de modo que los seminaristas lleguen a la ordenación sacerdotal más libres y más capaces de hacer, a su vez, un verdadero discernimiento pastoral”.

“También se pone atención al acompañamiento, haciendo ver la necesidad de que a lo largo del proceso formativo se cultiven profundas relaciones de confianza y transparencia entre los formadores y los seminaristas, para que efectivamente los puedan ayudar”.

Adicionalmente, este documento “hace ver la importancia de la comunidad educativa del Seminario. La formación se realiza siempre en el ámbito de la comunidad cristiana y, en el caso del Seminario, de una comunidad educativa constituida por todas las personas que colaboran en ella: sacerdotes formadores, profesores, empleados, personal administrativo”.

2. Proceso de formación para los candidatos al sacerdocio

Mons. Patrón Wong destaca que esta nueva normativa “insiste mucho en el concepto clásico de la gradualidad. Esto significa que los valores de la vocación sacerdotal se aprenden poco a poco, en un proceso de maduración que lleva un tiempo largo”.

“Se trata de formar a un hombre, que debe tener bien cimentada su identidad cristiana, para después facilitar la configuración con Cristo Siervo, Pastor, Sacerdote y Cabeza. Todo un proceso complejo que exige una cuidadosa formación”, precisa.

En este proceso de formación, indica, “se proponen cuatro etapas, que ya se ponían en práctica en la mayor parte de los Seminarios: la etapa propedéutica o introductoria, la etapa discipular o filosófica, la etapa configurativa o teológica y la etapa de pastoral o de síntesis vocacional”.

3. Inculturación

El Secretario para los Seminarios destaca que “a lo largo de su historia, la Iglesia se ha hecho parte de muy diversas culturas: nació hebrea, se hizo griega y latina; y luego, balcánica, polaca, hispana, gálica; y más adelante africana, asiática, americana”.


Para la Iglesia, explica, “la inculturación es una regla de vida. Jamás destruye las culturas, sino que intenta que en cada una de ellas se haga presente la persona de Jesús y se encarne el mensaje del Evangelio”.

“La Iglesia toma con mucha seriedad las distintas culturas y aún más cuando son poco respetadas. Por eso valora las vocaciones indígenas y procura ofrecerles una formación adecuada. Además, porque las personas que hablan las lenguas indígenas son cristianos y tienen derecho a pastores que evangelicen su cultura”, subraya.

4. Los Seminarios Menores

Para Mons. Patrón Wong, “el Seminario Menor es una hermosa institución”, pues “ofrece a los adolescentes una formación juvenil humana y cristiana”.

“Pablo VI decía que eran lugares de trabajo, de oración y de familia, semejantes a la familia de Nazaret. Muchísimos adolescentes necesitarían una experiencia similar para conseguir una maduración integral”.

El Prelado precisa que “el Seminario Menor no es una casa de formación presbiteral. Más bien prepara a los adolescentes para que, llegado el momento, puedan tener la experiencia vocacional suficiente para que, si Dios quiere, puedan elegir la vida sacerdotal. Se trata de una formación previa, o remota”.

Esta formación, añade, “también se encuentra, en alguna medida, en la pastoral juvenil, los colegios católicos, los grupos juveniles y los movimientos eclesiales”, pues “la Iglesia está presente de muchas maneras entre los adolescentes, para ayudarles en su crecimiento humano, espiritual, intelectual y apostólico”.

martes, 3 de enero de 2017

TE DESEO UN AÑO FELIZ


Te deseo un año feliz



Al comenzar un nuevo año te deseo doce meses de crecimiento. La superación personal comienza con el conocimiento de ti mismo: tus fortalezas y tus debilidades. Sé sincero contigo mismo, no confundas lo que te gustaría ser, con lo que realmente eres. Crecer supone repetición de actos en la dirección correcta. Colabora con tu voluntad y esfuerzo. Dios ayuda al valiente.

Te deseo que este año tengas suficiente felicidad para mantenerte dulce; suficientes problemas para mantenerte fuerte; suficientes penas para mantenerte humano; suficiente esperanza para mantenerte feliz; suficientes fracasos para mantenerte humilde; suficientes éxitos para mantenerte sereno; suficientes amigos para recibir consuelo; suficientes entradas para cubrir tus necesidades; suficiente entusiasmo para enfrentar las dificultades; suficiente confianza en ti mismo para no caer en depresiones; suficiente determinación y valor para hacer que este año sea el mejor de tu vida.

Tu crecimiento personal depende de los hábitos buenos que vas incorporando a tu vida. Uno de éstos es la actitud de formación permanente, superándote de día en día, porque “crecer es un aprendizaje constante y culmina cuando nos retiramos de esta fiesta que es la vida”. El Señor te acompañe con su bondadosa bendición.


* Enviado por el P. Natalio

miércoles, 18 de noviembre de 2015

QUE LAS FAMILIAS SEAN SIGNO DE LA MISERICORDIA Y ACOGIDA DE DIOS, ALIENTA EL PAPA


Que las familias sean signo de la misericordia y acogida de Dios, alienta el Papa




 (ACI/EWTN Noticias).- En su catequesis de hoy sobre el sentido de la puerta santa en el Año de la Misericordia, el Papa Francisco alentó a las familias cristianas a ser un signo de la misericordia y la acogida de Dios.

El Santo Padre recordó que “la Sagrada Familia de Nazaret sabe bien qué cosa significa una puerta abierta o cerrada, para quien espera un hijo, para quien no tiene amparo, para quien huye del peligro”.

Por ello, el Papa alentó a que “las familias cristianas hagan del umbral de sus casas un pequeño gran signo de la Puerta de la misericordia y de la acogida de Dios”.

“Es así que la Iglesia deberá ser reconocida, en cada rincón de la tierra: como la custodia de un Dios que toca, como la acogida de un Dios que no te cierra la puerta, con la excusa que no eres de casa”, dijo.

Al llegar al umbral del Año Jubilar de la Misericordia –que se inicia el 8 de diciembre– Francisco señaló que “delante de nosotros se encuentra la gran puerta de la Misericordia de Dios, que acoge nuestro arrepentimiento ofreciendo la gracia de su perdón”.

“La puerta es generosamente abierta, pero nosotros debemos valerosamente cruzar el umbral”, señaló.



El Papa indicó que tras el recientemente celebrado Sínodo sobre la Familia “todas las familias, y la Iglesia entera, han recibido un gran aliento para encontrarse bajo el umbral de esta puerta”.

“La Iglesia ha sido animada a abrir sus puertas, para salir con el Señor al encuentro de sus hijos y de sus hijas en camino, a veces inciertos, a veces perdidos, en estos tiempos difíciles. Las familias cristianas, en particular, han sido animadas a abrir la puerta al Señor que espera para entrar, trayendo su bendición y su amistad”, señaló.

El Santo Padre señaló que “es un signo negativo” que existan lugares donde las puertas blindadas se han convertido en normales. “No debemos rendirnos a la idea de tener que aplicar este sistema en toda nuestra vida, en la vida de la familia, de la ciudad, de la sociedad”, dijo.

Aplicar este modelo en la vida de la Iglesia, advirtió, “¡sería terrible! Una Iglesia inhóspita, así como una familia cerrada en sí misma, mortifica el Evangelio y marchita el mundo”.

El Papa explicó que “la puerta debe proteger, cierto, pero rechazar. La puerta no debe ser forzada, al contrario, se pide permiso, porque la hospitalidad resplandece en la libertad de la acogida, y se oscurece en la prepotencia de la invasión”.

“La gestión de la puerta necesita un atento discernimiento y, al mismo tiempo, debe inspirar gran confianza”, precisó el Papa, expresando también su agradecimiento “para todos los vigilantes de las puertas: de nuestros condominios, de las instituciones cívicas, de las mismas iglesias”.

Francisco indicó que “nosotros mismos somos los custodios y los siervos de la Puerta de Dios, que es Jesús. Él nos ilumina en todas las puertas de la vida, incluso aquella de nuestro nacimiento y de nuestra muerte”.

“Jesús es la puerta que nos hace entrar y salir. ¡Porque el rebaño de Dios es un amparo, no una prisión!”, señaló, y advirtió que “son los ladrones, aquellos que tratan de evitar la puerta, porque tienen malas intenciones, y se meten en el rebaño para engañar a las ovejas y aprovecharse de ellas”.

El Papa precisó que “nosotros debemos pasar por la puerta y escuchar la voz de Jesús: si sentimos su tono de voz, estamos seguros, somos salvados. Podemos entrar sin temor y salir sin peligro”.

“Si el guardián escucha la voz del Pastor, entonces abre, y hace entrar a todas las ovejas que el Pastor trae, todas, incluso aquellas perdidas en el bosque, que el buen Pastor ha ido a buscarlas”.

Francisco explicó que “las ovejas no los elige el guardián, sino el buen Pastor. El guardián –también él– obedece a la voz del Pastor”.

“Entonces, podemos bien decir que nosotros debemos ser como este guardián. La Iglesia es la portera de la casa del Señor, no la dueña”, indicó.

lunes, 5 de octubre de 2015

LA TEOLOGÍA DEL PAPA FRANCISCO


La teología del Papa Francisco 



El 24 de setiembre de 2015, por primera vez en la historia, un Papa de Roma pronunció un discurso en el Capitolio de Washington, dirigiéndose a los congresistas de la primera potencia mundial. Jorge Mario Bergoglio no se anduvo por las ramas. Y fue derecho a los asuntos que más directamente afectan a la enorme mayoría de los habitantes del planeta. Aunque sabemos que algunos de los temas que allí planteó Francisco, no son precisamente los que mejor suenan en los oídos de muchos de los legisladores que allí escucharon al Papa. “Si es verdad que la política debe servir a la persona humana, no puede ser esclava de la economía y de las finanzas”, dijo el obispo de Roma ante un Congreso en el que la mayoría de sus miembros son millonarios al servicio de los intereses turbios e inconfesables de los mercados. Si a esto sumamos la condena inapelable del tráfico de armamentos, de las guerras, el pronunciamiento en contra de la pena de muerte, y la solidaridad con los pobres del mundo, todo esto debió sonar en el Congreso de Estados Unidos como hace años sonaron en toda América los discursos proféticos de Martin Luther King.

Dicho esto, vengo a lo que quiero destacar en esta reflexión: ¿Qué teología maneja el papa Bergoglio? Esta pregunta es comprensible. Porque, como es sabido, son muchos los que en los ambientes eclesiásticos echan de menos la sapiencia teológica que manejaba el papa anterior, Benedicto XVI, cuya presencia distinguida y su lenguaje cuidado de sabio alemán contrastan con la imprevisible y -para algunos- desgarbada figura de Francisco. Del que ya ha quedado patente para todo el mundo que se maneja mejor entre la gente sencilla de la calle que entre distinguidos y selectos estudiosos de los más refinados saberes.

¿Es por esto Francisco menos teólogo que Ratzinger? No lo es menos. Ni tampoco lo es más. Es distinto. Aquí vendrá bien recordar que, en el Nuevo Testamento, se advierte que hay dos formas de hacer teología. Está, por una parte, la “teología especulativa” de Pablo. Y está, en otro contexto, la “teología narrativa” de los evangelios. O sea, la especulación ideológica más propia de la cultura helenista (propia de Pablo), y el relato histórico, característico de la tradición bíblica. ¿No se podría decir que Ratzinger se mueve como pez en el agua manejando la teología especulativa, mientras que Bergoglio se encuentra en su ambiente cuando desciende de las alturas, de la especulación de “ser” a lo concreto y tangible del “acontecer”?

Es evidente que el pensamiento especulativo seduce a determinadas mentalidades por su profundidad y su capacidad analítica. Pero no es menos cierto que, a la hora de la verdad, lo que decide la felicidad o la desgracia de la gente no es la profundidad de la cabeza pensante, sino la evidencia patente de lo que sucede, lo que nos pasa cada día, lo que nos hace felices o desdichados.

Lo que ha sucedido en la Iglesia es que, con el paso del tiempo, cuando la teología quedó sistematizada y se organizó en tratados (lo que todavía se sigue estudiando en los seminarios y enseñando en los catecismos), la teología especulativa de Pablo resultó más determinante que la teología narrativa de los evangelios. Y así, por poner un ejemplo, a la gente se le enseña más la “religión de redención”, que predicó Pablo (G. Bornkamm), y se le enseña quizá menos la “memoria peligrosa y subversiva” (J. B. Metz) de Jesús.

Por suerte, el papa Francisco no se cansa de repetir que tenemos que recuperar el Evangelio, que tenemos que leerlo, meditarlo, entenderlo, llevarlo en el bolsillo. Si no hacemos esto, y si esto no se hace vida en nosotros, caemos sin más remedio en el cristianismo de la mentira y el engaño. Lo diré con claridad y en pocas palabras: si Francisco se queda en la especulación de los pensadores teológicos más excelsos, es seguro que hoy no se comentaría en casi todos los medios de comunicación lo que congresistas de USA han tenido que escuchar allí, en su grandioso Capitolio. Si lo han tenido que oír, sin duda alguna es porque el Papa que tenemos lleva consigo, incorporado en su vida, el “recuerdo peligroso” de Jesús. Por eso ha tirado de la “parresía” necesaria, para decirles en su cara a los hombres más poderosos del mundo, que tienen que organizar las cosas de otra manera. No se puede soportar que unos pocos naden en todas las abundancias, al tiempo que la inmensa mayoría de la humanidad se ahoga, se muere, entre gritos de desesperación.



© José María Castillo